
En esta Sociedad de la
Información deben existir múltiples actividades que apoyen la alfabetización
digital y la accesibilidad de las nuevas tecnologías, promoviendo la igualdad
de oportunidades, creando así una sociedad territorialmente cohesionada. Así pues,
la Unión Europea ha establecido como objetivo que toda la sociedad pueda hacer
uso de las TIC. De cara al 2015, se ha estipulado que más del 75% de la
población y más del 60% de las personas pertenecientes a colectivos
desfavorecidos usen Internet de forma regular. Dicho plan tiene como base tres
ejes: Accesibilidad, Alfabetización e Igualdad.
Eje I: Accesibilidad
Este primer eje tiene como
principal función acercar a la población en general y a determinados colectivos
más desfavorecidos el acceso a Internet y las herramientas TIC para reducir la
exclusión digital patente en la sociedad de hoy. Para ello, las medidas se
centran en el incremento de la conciencia pública sobre la necesidad de la
accesibilidad de servicios y el estudio y difusión de avances tecnológicos, así
como el impulso a la información en accesibilidad.
Eje II: Alfabetización
Este eje tiene como objetivo las
competencias digitales básicas para una mejora de calidad de vida y servicios
en la sociedad. Asimismo, tiene como objetivo la alfabetización digital de
algunos sectores de la población, como los individuos de mayor edad o los de
menor cualificación.
Eje III: Igualdad
El tercer eje tiene como función
la reducción de la distancia de género en el uso y acceso de las TIC.
Llegados a este punto, debemos
abarcar el tema de la inclusión social y comunicación en la ciencia. Uno de los vacíos más patentes en
el proceso de comunicación de la ciencia es precisamente que el público, por lo
general, no es estudiado debidamente por los emisores de la información. Así pues,
el cambio social para que la información llegue al público de forma correcta
debe empezar por la educación, que debe tener un peso importante en el cambio
social en busca de una sociedad más equitativa, justa y comunicada.
Del mismo modo, los canales de
comunicación de la ciencia también son indispensables para dicho objetivo.
Estos canales son el periodismo científico, los teatros de la ciencia, los
museos y centros interactivos, las conferencias del consenso, charlas, ponencias,
exhibiciones... Pero, en realidad, ¿Cuántos son los ciudadanos que pueden
acceder a estos canales? ¿Cuántos pueden acceder a medios de comunicación de
calidad y de rigor científico? Éste es uno de los grandes problemas: La
población excluida es mayor de lo deseable y la formación de la totalidad de la
población en temas de ciencia y tecnología parece un hecho utópico.
Otro de los temas que no debemos
pasar por alto es el de la democratización a través de la comunicación en el
mundo de la ciencia. Para llevar a cabo dicha democratización, necesitamos
hacer un estudio permanente de la audiencia atendiendo a tres investigaciones.
- Investigación de audiencias: Determinar conocimientos, actitudes y prácticas del público objetivo.
- Investigación para la validación de los materiales de comunicación: Se prueba el material en “producto terminado” según ciertos parámetros.
- Investigación de impacto comunicacional: Realizar un método de intercepción para conocer su impacto en las audiencias.
Para finalizar, no debemos dejar
en el tintero el concepto de “e-inclusión”. Es conocido por todos que, al
menos aparentemente, Internet está al alcance de cualquiera. Sin embargo,
requiere de ciertas capacidades para buscar información, procesarla y
utilizarla para alcanzar determinados objetivos con el fin de no limitar el uso
de la red para obtener información de forma masiva y gratuita. De esta forma,
debemos preguntarnos si estas capacidades son desarrolladas por todas las
personas por igual. La respuesta es NO. Sabemos que, como hemos dicho anteriormente,
existe una diferencia de género en el acceso y uso de Internet, hecho que debe
repercutir en el crecimiento económico y el bienestar social. Por su parte, los
hombres usan Internet para cuestiones de ocio y consumo. En cambio, las mujeres,
aunque su uso de la red es minoritario, la utilizan para informarse sobre temas
de bienestar y formación.
Pero el género no es el único
parámetro que determina la desigualdad en el acceso a Internet. La edad, el nivel educativo, la
situación laboral y el nivel de habilidades de cada individuo son otros
factores que influyen en el equilibrio de la balanza digital.
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