7 may 2014

¿Debe el estado Intervenir en Internet?

La regulación de contenidos en la red es un tema que ha generado arduos debates, ¿debe el estado controlar la información ofrecida en internet? O por el contrario ¿somos las personas quienes debemos hacer un uso adecuado y respetuoso de esta herramienta?

Por todos es sabido que la Web surgió como un elemento de comunicación que permite conectar el mundo y por lo tanto crear una sociedad globalizada, sin embargo, son muchos los contenidos nocivos, irrespetuosos o simplemente ilegales que podemos encontrarnos al navegar por esta plataforma. Dada esta situación los gobiernos buscan establecer reglas que permitan conocer nuestros movimientos en red y por ende censurar nuestras acciones. 

Algunas de estas técnicas gubernamentales son el estudio de los datos extraídos a partir de las denominadas cookies; la propia Wikipedia define esta palabra como el acto de “Conseguir información sobre los hábitos de navegación del usuario (…) por parte de agencias de publicidad y otros”. Se trata de una técnica poco ética ya que vulnera nuestro derecho a la intimidad a pesar de que no se identifique como tal al usuario, sino a una combinación de computador-navegador-usuario, pues los datos incluyen desde redes sociales hasta el mismo correo personal. 

Asimismo el estado obliga a determinadas empresas a recabar y almacenar la información extraída con el fin de proteger la propiedad intelectual, la integridad del estado y al propio usuario. Imágenes inapropiadas para menores de edad, ya sea porque en ellas exista cierto contenido sexual o violento, así como datos contrarios a la ética civil son solo algunos de los contenidos que el gobierno, o los gobiernos (aunque no exista un consenso global en cuanto a legislación se refiere) buscan eliminar para salvaguardar la integridad de los ciudadanos. 

Sin embargo, estas técnicas resultan inútiles ya que la viralidad en la red es un fenómeno mucho más potente que cualquier restricción, es decir, que si un archivo es eliminado o censurado puede reaparecer en tan solo unos segundos en cualquier otra página Web. Además, leyes como la denominada Sinde que se centra en la protección de los derechos de copyright, violan los derechos fundamentales de los usuarios, puesto que conllevan la vigilancia de los mismos y coartan su libertad de expresión. 

Otro de los aspectos importantes es que, si algo es censurado, el efecto de propagación es muy elevado ya que se le da una mayor “publicidad” y se produce lo que se conoce desde el año 2003 como el efecto Streisand. Igualmente, es destacable que la globalidad generada gracias a Internet no se traslada a otros ámbitos como el legislativo o el moral, por lo tanto, se puede dar el caso que lo que en un país se vea como algo natural en otro sea escandaloso y consecuentemente censurable.

Por consiguiente, la propuesta más acertada sería la autorregulación o la regulación paternal en caso de que el uso de Internet se lleve a cabo por un menor de edad. Del mismo modo, existen multitud de sistemas que permiten a la audiencia extraer de la red un contenido responsable y eficaz, es decir, que las búsquedas y el contenido tengan un mínimo margen de error. 

Algunas de estas estrategias pueden ser: la inclusión de etiquetas a cada contenido, un procedimiento eficaz para la comprobación de la edad del usuario, la introducción de nuevas herramientas en los motores de búsqueda como la realizada por la compañía Google, quienes han introducido un sistema de búsqueda seguro... Este nuevo método consiste en cambiar la dirección de cada página web sustituyendo lo siguiente: http:// por https://, de este modo ningún intermediario entre Google y el usuario podrá conocer cuáles son sus búsquedas.

Siguiendo con la misma tónica otro método útil sería concienciar a la ciudadanía de hábitos adecuados que se deben adoptar cada vez que realicemos cualquier acción en Internet, además como proclama un conocido dicho, la unión hace la fuerza, es decir, que si la sociedad se une para luchar contra las malas prácticas obtendremos una red segura.

A modo de conclusión podemos afirmar que nada es blanco o negro, en otras palabras, ¿regulación estatal en internet? No, ¿libre albedrío del usuario por la web? No. Debe existir una conjunción adecuada entre lo que los usuarios reclaman y lo que la legislación acepta, fijando como objetivo la máxima seguridad de la audiencia

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